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Luego cuatro enormes bestias salían del agua, cada una distinta a la otra. La primera era como un león, ¡pero tenía alas de águila! Y mientras yo observaba, sus alas le fueron arrancadas, lo levantaron del suelo y lo pararon sobre sus patas traseras, como un hombre; y le fue dada la mente de un hombre. La segunda bestia se parecía a un oso, tenía un costado más alzado que el otro. Tenía tres costillas entre sus dientes, y oí una voz que le decía: “¡Ponte en acción! ¡Devora mucha gente!”.

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